Julio.

Allí estábamos, sentados en el cuarto de baño, quedándose allí todos nuestros secretos, y mirando al infinito deseé tanto que te quedases conmigo. No importaba que no aparecieses tres meses atrás porque contigo había vivido ese dolor, sólo que en la distancia y en silencio. Ojalá vuelvas a quedarte una noche más en el sofá de mi casa y en mitad de la noche me despiertes para llevarme a la cama, sólo así creo que los demonios se irán.

Aún no ha acabado lo peor.

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